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Este blog es de carácter lúdico, solo pretende servir de entretenimiento, de expansión, de asueto. Está creado para compartir opiniones, sugerencias, juegos y elucubraciones con aquellas personas cuya afición a las series televisivas conforma en sus vidas un mundo aparte de evasión y fantasía sin necesidad de acudir a cierto tipo de drogas que podrían ser perjudiciales para la salud. Pero, ¡ojo!, ¿quién ha dicho que esta adicción no lo sea...?

El Doctor y Amelia en un bucle

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jueves, 3 de octubre de 2013

DEXTER, EL FINAL DE LOS FINALES


Después de varios meses sin dar señales por mis blogs por varios motivos entre los cuales hay que destacar una importante avería informática que se unió a otros motivos de menos categoría y enlazó con unas vacaciones, ahora, sin remedio, me toca reportarme, pues, un acontecimiento como el final de Dexter (Remember the monsters?) no es algo para dejar pasar.

Polémico, claro está, ese tan esperado final de Dexter... No era posible que la famosa serie del no menos famoso asesino en serie psicópata (un poco descafeinado, me parece a mí, pero asesino al fin y al cabo) acabara a gusto de todos, porque, para gustos, los colores.

Yo diría que el color que describe este final de serie emitido en EEUU el domingo 22 de septiembre pasado y que, gracias a la magia de Internet, pude contemplar en la noche del lunes siguiente después de visionar en Nitro una truculenta historia de otro asesino en serie, encarnado en un desconocido (por su papel) Ethan Hawke, que se atreve a maltratar a una estereotipada Angelina Jolie que nos desconcierta con su barrigaza de gemelos, y al final sufre una merecida venganza por parte de ella que lo hace caer en su propia trampa (didáctico truco para acabar con los psicópatas que nos hacen la vida imposible), seguida, a continuación, de un antiguo capítulo de Dexter que nos hizo recordar, con una sensación entre nostálgica y burlona, cómo se desarrollaban los hechos por aquellos días en que el madurito agente Lundy coqueteaba con Debra y ella se dejaba llevar cautivada por los encantos de un hombre experimentado, mientras que la exótica deboradora de hombres, Lila, así lo hacía con Dexter y con todo el personal masculino de Miami Metro que estuviera a su alcance, es marrón, de un marrón profundo, de un marrón como aquel que describía en esa melancólica y bella canción hace algunos años ya la inigualable Luz Casal: “el día que se te pega al cuerpo el camisón, no es gris ni negro, es solo marrón”. Creo que de esa tonalidad me dejó el visionado del final de los finales de Dexter, al punto que ahora mismo, al medio día del día siguiente, escribo esto enfundada en un camisón de color marrón, el mismo que llevaba puesto cuando me levanté de la cama.

¡SPOILERS!

Y es que, aparte de provocar mi llanto (sí, lloré desconsoladamente, es lo que me suelen provocar los finales, sean de la índole que sean), la historia de Dexter y su hermanastra Debra es bien triste objetivamente y reconozco que no hubiera tenido ninguna lógica un final feliz. Porque (ATENCIÓN: SPOILERS) si la muerte de Debra nos desencadenó en los espectadores una amarga sensación de impotencia (a pesar de lo mal hablada y gesticulona que era, en el fondo le teníamos aprecio), el ver a Dexter “salvado de la quema” no es que precisamente nos haya envuelto en una sensación de alegría incontenida (Dexter, por muy asesino y psicópata que fuera, nos caía bien) sino que sabemos reconocer la clase de triste vida solitaria y de amargura que le espera a partir de ahora en esa especie de mundo paralelo o limbo desconocido al que no tendremos acceso, y no nos queda más que reconocer que es lo que merecía. ¿Una silla eléctrica? No la merecía. Porque Dexter, en sus fechorías, a pesar de que respondían al seguimiento de un código, el de Harry, tenían intrínseco un sentimiento de compasión, de amor (al menos en apariencia), hacia las víctimas inocentes, a las que vengaba en sus ejecuciones. Igualmente, una cadena perpetua también hubiera sido excesiva para un hombre que al fin y al cabo había actuado como justiciero, librando a la sociedad de personas que conformaban una lacra social mortal y liberando a muchos de una muerte segura, pues, no olvidemos que Dexter también salvó vidas cuando se le presentó la ocasión. Tampoco era de recibo premiarlo y concederle el indulto esperado que le supondría una vida feliz y sin complicaciones con Hanna y Harrison; al fin y al cabo, la Argentina de Dexter no era más que una metáfora, una utopía inalcanzable, un país de plata donde no es plata todo lo que reluce. Y..., ¿qué nos hace pensar que cuando a Dexter se le pasara la etapa del enamoramiento no iba a volver a darle el impulso de matar?

Por otra parte, Dexter no podía morir, ya que su muerte, si la vemos desde un punto de vista concreto, hubiera supuesto para él no solo una liberación sino también un triunfo. Creo que, en cierto modo, todo psicópata asesino espera en justicia que se cumpla aquello que Jesús dijo a Pedro: “Quien a hierro mata, a hierro muere”, y Dexter de alguna manera debía pagar por sus crímenes. Y visto desde otro punto de vista, eso de cargarse al prota no es de rigor, no es algo que hubiera podido ser perdonado fácilmente a los guionistas.

De manera que opino que el final de Dexter era el que merecía, una soledad amarga impregnada de inútiles recuerdos de sus seres queridos (unos ya fallecidos y otros vivos pero que están muy lejos) y de sus amigos, los que se quedan allí, en las dependencias policiales de Miami Metro, con la certeza de que ese peculiar y enigmático personaje que fue su compañero de trabajo, el forense adicto a la sangre y a los donuts, ha terminado sus días en las profundidades del mar a consecuencia de los estragos del huracán. Al fin y al cabo, de alguna manera el final elegido nos deja un rescoldo de esperanza, no sé muy bien de qué, pero no deja de ser esperanza.

De todas formas... ¿no os parece que el final de Dexter plantea alguna duda? Sí, a mi modo de ver no está claro si Dexter se salvó de las garras del huracán fortuitamente, ya que su intención era la de quitarse la vida, o acaso sólo pretendía montar una estratagema que hiciera parecer que había muerto para poder permitirse esa vida en soledad que comienza con el final de la serie y que es una especie de ascético retiro espiritual, de purga por sus pecados, de búsqueda de la verdad, de vida ermitaña autoimpuesta, en un exilio forzoso que le sirve de autocastigo.

Pero me gustaría aún analizar algunas cosillas... ¿No opináis que parece que muy alegremente Dexter confía el futuro de su hijo a una mujer que, por muy fascinante que a Dexter le parezca y muy enamorado de ella que pueda estar, al fin y al cabo es una envenenadora profesional? Es cierto que ella le ha tomado cariño al niño y que Harrison ve en ella a la madre que le ha faltado, rubia y pareja de Dexter y maternal con él (no es muy difícil la identificación con su madre real), y se siente protegido; pero Dexter sabe perfectamente que los impulsos asesinos fluctúan aunque, en definitiva, siempre están ahí, latentes, porque son intrínsecos a ese oscuro pasajero que él conoce muy bien.

Pero claro, Dexter, al fin y al cabo, es un psicópata y como tal no tiene el mismo concepto sobre la muerte que el común de los mortales. Para Dexter la muerte es una opción como otra cualquiera, una solución a una situación inconveniente. Dexter está acostumbrado a la muerte desde casi el momento de su nacimiento, ha convivido con ella y, lejos de repelerle, se siente atraído por la idea de ser el dueño y señor de ella y poder manejarla según crea conveniente.

Ya en una ocasión anterior fue ejecutor de una muerte por compasión cuando una amiga suya, de cuyo nombre no me acuerdo, que trabajaba en los archivos de la policía, le sugirió, desde su cama de hospital donde se encontraba postrada, que hiciera algo por ella y la librara de una muerte lenta y dolorosa provocada por la enfermedad que padecía. Para Dexter eso no supuso el más mínimo dilema ni cuestionamiento de conciencia; para él quitar una vida es como una tarea cotidiana. ¿Cómo ahora que su hermana, su queridísima hermana, se había convertido en un vegetal, sin funciones cerebrales que la identificaran con la raza humana para el resto de su vida, Dexter iba a permitir que ella permaneciera en esas circunstancias? Como respuesta lógica a esa adversa situación, Dexter, de nuevo, se erige en dueño y señor de la muerte, librando de esa manera a su hermana (y a él mismo) de un terrible futuro.

Y volviendo a la decisión tomada para el futuro de su hijo, Harrison, para el que seguramente Dexter no ve nada claro y siente como un impedimento desde cualquier punto de vista posible, quizás hubiera podido tomar una resolución drástica que pudiera ser que para él supusiera la mejor opción ante un futuro tan incierto como triste. Pero esa opción hubiera desatado una masacre hacia los creadores y guionistas de la serie. Dexter no podía matar a su hijo. Pero... si después de otorgarle un cariño maternal y cuidar de él hasta donde pudiera (ya en su momento Dext comprobó que Hanna era capaz de hacerlo y actuar como una persona normal aun a costa de exponerse ella misma), Hanna se viera obligada por las circunstancias a deshacerse de Harrison, para Dexter esto no supondría mayor motivo de desgracia ni de pena, puesto que, en la simulación de su propia muerte, ya había renunciado a él.

Es lógico que en una serie televisiva donde la ficción pugne por atrapar al espectador en su aspecto emocional a través de sus sentimientos, se trastoque la naturaleza psicópata de un protagonista al que todos quieren y se manipulen sus tendencias psicopáticas a gusto; pero, no nos engañemos, Dexter ha roto ya en algunas ocasiones las normas del código harryano y ha matado en circunstancias que escapaban a dichas normas, como puedan ser las muertes causadas por motivos de compasión. Y lo que quiero decir a continuación espero que no me lo tomen como un pensamiento abominable; si nos basamos en la experiencia con psicópatas de eminentes estudiosos del tema, hemos de comprobar y convencernos de una vez por todas de que el psicópata no es que sea una persona malvada (independientemente de que cometan hechos malvados, delictivos o crueles), sino que la mente del psicópata funciona de manera diferente al común de las personas, como pudiera ser, por ejemplo, la de un afectado por el síndrome de Asperger. Es así como un José Bretón es capaz de hacer desaparecer a sus dos hijos, niño y niña, de corta edad, en una hoguera preparada por él y destinada a ese fin, independientemente de que los niños fueran previamente drogados, y estuvieran inconscientes en el momento de la quema, o hubieran muerto previamente. El amor de un psicópata por su familia, su cónyuge o su prole, sin dejar de ser amor, es inherente a un sistema de pensamiento y emociones diferente al del resto común.

Tengo intención de seguir analizando algunos otros factores y personajes aparecidos como novedad en la última temporada de Dexter, pero eso ya será en otro post.

Aquí no me queda más que decir que mi opinión acerca del final de Dexter es positiva, que me parece la adecuada, más que nada por coherente en relación a sus precedentes. ¿Que se hubieran podido cambiar argumentos o desenlaces de los capítulos de la última o últimas temporadas de Dexter?, probablemente sí; hay muchas opciones, pero no se pueden dar todas. Tal y como se ha planteado esta última season, que para mi gusto ha tenido muchas cosas buenas, a pesar de tener otras que no han gustado tanto, al fin y al cabo como en cualquier otra temporada, sin obviar que Dexter, en general, ha sido una buena serie y que ha tenido gran aceptación por parte del público, pienso que el final que definitivamente nos ha ofrecido es el adecuado. Y si nos ha dejado mal sabor de boca y una especie de halo marrón a nuestro alrededor, con mayor motivo podemos decir que ha cumplido su misión, pues, por muy bueno, simpático y atractivo que nos resulte Dexter, no podemos olvidar que es un psicópata, y todo psicópata, inevitablemente, causa desgracias y estragos en su entorno. Como una fuerza mayor proveniente del sino, como podría suceder en la tragedia griega, el psicópata es desgraciado y siembra desgracia a su paso.