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Este blog es de carácter lúdico, solo pretende servir de entretenimiento, de expansión, de asueto. Está creado para compartir opiniones, sugerencias, juegos y elucubraciones con aquellas personas cuya afición a las series televisivas conforma en sus vidas un mundo aparte de evasión y fantasía sin necesidad de acudir a cierto tipo de drogas que podrían ser perjudiciales para la salud. Pero, ¡ojo!, ¿quién ha dicho que esta adicción no lo sea...?

El Doctor y Amelia en un bucle

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martes, 19 de febrero de 2013

Penélope García


 
PENÉLOPE GARCÍA

 -Una lentejuela sobre un suelo gris-


 


Nombre español de canción de Serrat o de actriz de cine hollywoodense o almodovarense; apellido también español, de esos que todo el mundo en España suele llevar antes del otro, del importante; pero ella lo luce solo, con gran dignidad y protagonismo, quizás porque de donde ella viene no es tan común como aquí, ya que su nacionalidad es estadounidense.

Esta chica no se apuntó a tiempo a la campaña de “el estirón”, y no es que le diera por la bollería industrial ni por la comida basura ni por zamparse una pizza detrás de otra; ahí tienen a Dexter, tan goloso él, siempre comiendo donuts o helados, y tan carnívoro, devorando buenos bistecs de carnes grasientas, y sin embargo tan en forma. Y es que desde bien pequeños nos han hecho creer que se engorda de comer mucho y sobre todo cierto tipo de alimentos. Y, digo yo, ¿quién no conoce a gente o tiene primos que zampan a lo bestia y a todas horas todo tipo de manjares o porquerías, da igual, ya sea bollería, patatas, paellas, repostería o filetes empanaos, se inflan a comer y siguen escuchimizados, y tú, que te pasas la vida a dieta, que si esto engorda, que si lo otro sube el colesterol, que si aquello lo tengo prohibido... Pero claro, es que Dexter no para quieto en un sitio..., eso de asesino en serie debe de ser más efectivo que el Pilates.

En fin, me estoy saliendo del tema pero donde quería ir a parar es a que, no nos engañemos, lo que engorda es el ordenador. Pero Penélope sabe llevar sus kilitos de más con dignidad y hasta con gracia y salero y sabe sacar partido a sus redondeces y potenciar sus carnosos apéndices con llamativos colores que solo ella se atreve a combinar, con adornos de lazos, flores y todo tipo de bisutería que reúne y mezcla en un mismo look, sin olvidar ese complemento perfecto sin el cual no podría desempeñar su trabajo, sus gafas graduadas, que luce en un sinfín de modelos, sexys y fashion todos ellos, a lo largo de las 8 temporadas de Mentes Criminales.

Penélope, a diferencia de la de la canción de Joan Manuel, no suele llevar un bolso de piel marrón, no, los suyos son más coloridos, llevan la bandera del Reino Unido estampada o son de color fucsia o a lunares o con flores de mil colores, como sus vestidos, sus pendientes o sus collares, los que hace coincidir con pronunciados escotes y/o chaquetitas ajustadas tipo bolero de cualquier color imaginable y una melena siempre cuidada y adornada, en tonalidades que pueden ir desde el cobrizo más profundo, pasando por el zanahoria, el calabaza o el ginger, hasta los amarillos dorados o los platinos clarísimos, a menudo con toques, reflejos o mechas en rosa.
Hasta su currriculum, sí, por el que consiguió su puesto de encargada de la oficina de tecnología audiovisual imprescindible en la Unidad de Análisis de Conducta del FBI en Quantico, lo rellenó en papel color rosa.

Sin duda Penélope es diferente a todos los demás compañeros o compañeras de la unidad donde trabaja y no es que entre ellos se parezcan, pues forman un grupo de lo más heterogéneo y variopinto, en el que destacan frikis de de todo tipo y nivel, pues cada uno de sus componentes tiene alguna rareza en su personalidad, para qué nos vamos a engañar; pero ella, Penélope, es la más llamativa a simple vista.

Penélope es eficiente y cumplidora, poseedora de una gran espíritu responsable en su cometido hasta el punto de que muchas veces se siente agobiada o desbordada y, ante la importancia o gravedad de los casos que ha de resolver su equipo, en los que, la mayoría de las veces, hay víctimas que se encuentran en momentos críticos y a las que se impone salvar de inmediato antes de que puedan ser asesinadas o sigan sufriendo más cautiverio o torturas, ella se siente tan abrumada por la responsabilidad que se muestra nerviosa, aturullada y ofuscada en exceso, cuando lo cierto es que siempre da con la información necesaria y pertinente a tiempo y de manera eficaz. Le falta seguridad en sí misma y es, pienso, porque no se encuentra a la altura de unos compañeros, que están adiestrados para cometidos para los que se requieren ciertas dotes de superman o superwoman, de medio héroes intrépidos y sin miedo a la violencia, a la crueldad o a las situaciones de peligro. Ella solo es informática, muy buena en su trabajo y eso lo sabe, lo potencia y lo exhibe, pero no tiene los suficientes reflejos, dominio de sí ni sangre fría para encontrar, con el aplomo necesario, unos datos por los que sabe perfectamente que depende la vida de una persona. Así que a menudo vemos a Penélope hecha un manojo de nervios, con un apuro del demonio y una expresión de ir a darle un patatús de un momento a otro. Penélope no soporta visualizar imágenes de torturas, cadáveres ensangrentados o mutilaciones, sin embargo es la mejor (como le dice su gran amigo y compañero Derek Morgan) encontrando datos, con una rapidez pasmosa, que son de incalculable ayuda para sus compañeros en sus cometidos, en los que se impone la acción veloz y decisiva.

Pero vemos en esta chica alguna peculiaridad de su carácter que la hace diferente a la mayoría de heroínas televisivas de ficción. Hay algo que es innato en ella y nada tiene que ver con las características del grupo en el que desempeña su trabajo para el FBI, en el que se pueda sentir inferior por esa falta de intrepidez o predisposición para el riesgo, no, ella ya venía así de serie, ¿tal vez debido a sus kilitos de más? No conocemos cómo fue su adolescencia pero la podemos imaginar. Sin embargo Penélope es una superwoman en lo que a informática se refiere y es una superwoman en relación a lo que ha aprendido a potenciar de ella misma en detrimento de aquellas otras cosas que quizás no le gusten de sí misma.

García no es fea pero mucho menos una belleza, García no está demasiado obesa pero es una chica gordita, García no tiene unas facciones armoniosas pero se sabe sacar partido a su rostro, al que otorga personalidad con sus gafas de ver. Por eso García aprendió desde bien joven a hacer que se fijaran en ella, a destacar lo mejor de su cuerpo, a alegrar su imagen con los colores y los ornamentos, a compensar su poco agraciado físico con elementos que dan vida y color y que otorgan optimismo y elevan las endorfinas; porque, aunque Penélope en ocasiones se siente apocada, hay que reconocer que es un soplo de brisa fresca, un buquet de aromas campestres, un chute de optimismo y una caricia afable para sus agotados y a veces destruidos compañeros.

De igual manera ella aprendió a potenciar su falta de empuje y valentía estudiando y preparándose a conciencia penetrando los entresijos y los misterios de la informática. García no es lanzada ni intrépida pero maneja como nadie su ordenador y es capaz de introducirse virtualmente donde sea, hasta en el mismísmo Pentágono, según ella, mientras juega online una partida de poker o alguno de esos juego de rol de los que le encantan.

Ella cae bien y es querida por todos sus compañeros, aunque algunos, los más veteranos, creo que no la entienden y la ven un poco como un bicho raro, aunque está claro que sienten aprecio por ella y no solo eso sino que reconocen su trabajo y su función dentro de las necesidades de tan peculiar equipo. Y es que ella no es solo una “secretaria” eficiente, es, en ocasiones, como la hermana mayor o incluso la mamá protectora y cariñosa a la que se le pueden contar las penas y sabe escuchar, consolar u ofrecer un mimo o un gesto de afecto verdadero.

Aunque se lleva bien y existe buen rollito con todos y cada uno de sus compañeros, con cada cual dentro de lo que las circunstancias o la idiosincrasia de cada uno permite, su relación con Derek es algo muy especial. Entre ambos surgió desde el principio una especie de rara atracción, de esas que surgen de manera natural entre los polos opuestos o que obedecen a ese dicho que reza que los extremos se tocan, y es que quizás, a mi modo de ver, creo que es entre estos dos personajes de los que componen el grupo de la Unidad de Análisis de Conducta, en los que se dan más diferencias cuantitativas y cualitativas. Son como dos seres de galaxias diferentes pero al mismo tiempo algo así como la leyenda de las almas gemelas, como si ambos provinieran de un alma común que se dividiera en dos para tomar una un cuerpo de hombre negro fuerte y vigoroso, osado y valeroso, provisto de un físico perfecto de rasgos africanos fuertes y masculinos e incluso algo salvajes, un hombre seguro de sí mismo, intrépido y capaz de darlo todo sin reserva por el cumplimiento de su deber y la salvación de las víctimas, un hombre cuyo físico está al servicio de su trabajo, un hombre para nada vanidoso ni insustancial. Pero Derek, cuya imagen podría destacarnos la idea de la fuerza bruta o la potencia física, en detrimento de la espiritualidad o la intelectualidad, es un hombre también profundo y sensible y por ello ha sabido captar a la perfección esos matices que son los que le atraen de su compañera, la otra mitad del alma común, una mujer de aspecto frágil, femenino, delicado, exuberante, maternal, llamativo, colorista, de piel pálida, de rasgos anglosajones, de cabello claro y de actitud afectiva, a la que intenta siempre proteger, animar y potenciar su autoestima, impidiendo que se hunda o se sienta desbordada cuando las circunstancias son algo adversas, animándola siempre para que confíe en su potencial y en sus cualidades como mujer. Por eso Morgan suele dirigirse a García llamándola "preciosa".

La relación entre Penélope García y Derek Morgan se caracteriza por un juego pintoresco de hermanos, un coqueteo inocente entre macho y hembra sin otro fin que el de la mutua camaradería, una apuesta por hacerse la vida y el trabajo más fácil y ameno y una nota de color y picardía. Un aliciente desenfadado en medio de unas historias truculentas, penosas y trágicas propias de los ambientes de crímenes, criminales, víctimas y fuerzas del orden, con lo que eso conlleva de desmoralizante, de humillante y de inhumano, que hace que esta estupenda serie policiaca no nos obligue a irnos del todo a la cama con el mal sabor de la maldad de la que los humanos somos capaces.


V. E.



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