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Este blog es de carácter lúdico, solo pretende servir de entretenimiento, de expansión, de asueto. Está creado para compartir opiniones, sugerencias, juegos y elucubraciones con aquellas personas cuya afición a las series televisivas conforma en sus vidas un mundo aparte de evasión y fantasía sin necesidad de acudir a cierto tipo de drogas que podrían ser perjudiciales para la salud. Pero, ¡ojo!, ¿quién ha dicho que esta adicción no lo sea...?

El Doctor y Amelia en un bucle

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viernes, 15 de febrero de 2013

Padres de serie



El papá de Huesos versus el papá de Alex


No, no es de Padre de familia ni de Cómo conocí a vuestra madre, ni de American Dad o Dos hombres y medio o alguna de esas series protagonizadas por familias o sus miembros, ni siquiera de Los Simpson, de lo que les quería hablar hoy, es, sin embargo, de esos otros padres televisivos famosos, bueno, que se hicieron famosos en su tiempo, y no por padres precisamente, aunque también lo fueran, y ahora se dedican a hacer de progenitores de ficción de famosas más recientes, apareciendo como estrellas invitadas en algunos capítulos de series en los que sus hijas en la ficción son protagonistas, en una oportunidad de recuperar algo de su gloria perdida de antaño.

Estos padres lo son de mujeres adultas, hechas y derechas, así que ellos pasan ya de maduritos interesantes a casi caídos del árbol. Es el caso del papá de Huesos, de sobra conocida por todos, y del papá de Alex, la rubia fiscal que acompaña a Walker en todos los capítulos.

Huesos, la doctora Temperance Brennan, supuestamente fue abandonada siendo adolescente todavía por sus padres, padre y madre que al parecer eran delincuentes y tuvieron que cambiarse los nombres y la identidad para poder huir de la justicia. Al cabo de los años mil, cuando Brennan es una prestigiosa antropóloga forense y famosa escritora de best sellers de suspense, su padre, Max Keenan, reaparece con una truculenta, embarazosa y descabellada problemática y se une a las historias del Jeffersonian durante algunos capítulos en los que intenta recuperar el amor y la confianza perdidos de su hija y demostrarle que, si bien es un truhán y un homicida, no es malo del todo..., al menos es simpático. En fin, lo que tiene esta serie es que no se toman en serio ni ellos mismos y, con el pretexto de resolver crímenes, se dedican a mostrarnos porquerías de muertos y enredos de lo más absurdo entre vivos, convirtiéndose de serie policiaca y de suspense en tratado psicológico descabellado.

Por esta regla de tres, el personaje de Max Keenan tiene cabida en esta especie de museo de cera de monstruos vivientes que se parodian a sí mismos, mostrándonos un personaje patético, decadente y hasta ridículo (pero esa es la gracia o tónica general de la serie), que intenta ser tierno y amoroso ante la frialdad y el aparente desapego de su hija Temperance, rara mujer a la que nunca terminaremos de conocer.

Max Keenan está encarnado por el otrora famoso Ryan O'Neal, que se hizo un actor muy popular en el cine, hace ya muchos muchos años (jóvenes habrá que no lo conozcan para nada), gracias a ese romanticón y meloso papel que encarnaba a un joven enamoradizo, de belleza adonisiaca (quién te ha visto y quién te ve...) cuyo personaje en la mítica Love Story, el joven Oliver Barret, se empeñó en hacernos tragar con ruedas de molino aquella frase tan convincente que se suponía era la máxima a seguir por todas aquellas personas que pretendieran estar enamoradas y amaran a alguien por encima de todo: “Amar significa no tener que decir nunca lo siento”.

Ryan O'Neal ha debido, casi 40 años después, venir al Jeffersonian para reconocer con su actitud que cuando se mete la pata lo mejor es decir “lo siento”, y justamente en ese sentir van implícitos los sentimientos (aunque suene a perogrullada).

Otro que debe arrepentirse de su equivocado proceder durante algunos años en los que ha tenido abandonada a su hija a cambio del alcohol es el abogado Gordon Cahill, padre de la ayudante del fiscal Alex Cahill, la inseparable rubia acompañante de Walker.

El papel del viejo y redento letrado Gordon Cahill está interpretado por el antaño atractivo actor Rod Taylor, galán que solía encarnar a tipos seductores y un tanto sinvergüenzas y que fue el afortunado partenaire de Tippi Hedren (la suegra de Antonio Banderas, para los jóvenes que no conozcan a los actores y actrices de aquella época) en el famoso y emblemático film de Hitchcock Los pájaros y que años más tarde, incluso después de su intervención en Walker Texas Ranger, tuvo su momento de gloria madura encarnando a Winston Churchill por obra y gracia de Quentin Tarantino en su fabulosa Inglourious
Basterds (Malditos Bastardos en España).

Tanto Taylor como O'Neal han encarnado otros muchos papeles a lo largo de su carrera artística, sin embargo, “a la vejez viruela”, han tenido que ser de alguna manera rescatados de su letargo ya que su encasillamiento de jóvenes en papeles de galán, aunque de tipología muy diferente entre ambos, los sumió por bastante tiempo en el olvido y el ostracismo a pesar de que no dejaron de trabajar aunque en papeles donde no brillaron mucho, más bien en series televisivas en las décadas de los 80 y 90.

Pero de justicia es que haga mención aquí a otros roles importantes en la carrera de O'Neal: el del truhán Moses Pray, en la película de Bogdanovich Luna de Papel, junto a su hija auténtica, la jovencísima Tatum O'Neal (9 años de edad), que obtuvo por la misma un Oscar a la mejor secundaria, un Globo de Oro y un David di Donatello, o el inolvidable Barry Lindon de Kubrick, y otros dos junto a la inigualable Barbra Streisand en sendas divertidísimas películas, la estupenda ¿Qué me pasa doctor?, también de Bogdanovich, y otra más flojilla pero para mí también muy divertida, Combate de fondo, cuya estrella, sin duda, en ambas, fue una genial Streisand.

Por su parte Rod Taylor destacó en algunos papeles que le proporcionaron cierta fama en la gran pantalla, como pueden ser El árbol de la vida, de Edward Dymitryk o El tiempo en sus manos, una producción de ciencia ficción de serie B basada en la novela de H. G. Wells La máquina del tiempo, en la que encarnaba al propio Wells como viajero del tiempo, entre otros roles en films como Intriga en el Gran Hotel o Ladrones de trenes por poner algunos ejemplos.

Después de sus respectivas largas carreras cinematográficas en donde no terminaron de cuajar a pesar de algún que otro éxito temporal, Ryan O' Neal y Rod Tylor han llegado a papás (o más bien abuelos) en ese par de series en las que, al menos en España, serán recordados aunque solo sea por la insaciable repetición de capítulos con que nos saturan algunas de las principales cadenas televisivas del momento, Bones y Walker Texas Ranger.


V. E.


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