-La imagen de la
justicia-
Él es
el implacable asistente en jefe del fiscal del distrito en la serie
Ley y Orden original, durante sus 4 primeras
temporadas, a partir del año 1990. Es quien representa al pueblo en
los juicios contra los supuestos criminales.
Benjamin
Stone es un personaje sencillo, coherente, defensor de la
justicia, de esos que no se dejan comprar, sobornar, manipular ni
nada parecido, de esos que defienden sus ideas a toda costa y dicen
las cosas como las piensan, le pese a quien la pese, y no tiene
inconveniente en declararse abiertamente contrario a actuaciones que
considera ilícitas, ya sea que las ejecute el abogado de la parte
contraria, un testigo o el juez que presida el caso pertinente.
Pero
Ben Stone no es de esas personas que van por la vida
imponiendo su presencia. Él no posee una imagen llamativa, él no es
un hombre corpulento, él no viste con excentricidades, no hace
alarde de ademanes aparentes o complicados, ni de discursos
grandilocuentes ni de palabras altisonantes. Ben Stone se
enfada cuando se tiene que enfadar y es compasivo cuando tiene que
serlo. Se ríe poco pero sabe captar las ironías de la vida y
reflejarlas en su rostro, un rostro en apariencia poco expresivo pero
solo en apariencia, los que le seguimos casi a diario, capítulo tras
capítulo (aunque sea repe), los que le conocemos como si
asistiéramos a los juicios en los que él representa a la causa
acusadora o compartiéramos con él nuestro trabajo en la oficina de
la fiscalía o nos enfrentáramos a él como parte de la defensa o
hiciéramos el papel de testigo, sabemos de sobra que su cara es
capaz de reflejar todo el peso del drama de la vida, de lo que
acontece en los tribunales de justicia, de su inmensa
responsabilidad, de su total implicación, en un amplio repertorio de
sutiles matices de expresión que parten de un rostro que de por sí
parece poco expresivo.
Y es
que el actor que lo encarna, Michael Moriarty, se mete en la piel del
personaje y, sin alardes innecesarios, sin un despliegue de ademanes
aprendidos o de gesticulación histriónica, sin poner en escena
ningún tipo de parafernalia de esas típicas de los abogados,
interpreta a un hombre cuyo trabajo y cometido es el de hacer que se
cumpla la ley, que se ejecute la justicia, que los culpables vayan a
la cárcel, que aquellos en cuyos actos criminales obre algún tipo
de atenuante les sea reconocida, y que se aplique la ley para todos
igual y que ante todo prevalezca la justicia. Porque Michael Moriarty
es un actor como la copa de un pino (y por cierto, gran músico de
jazz) y no necesita cargar las tintas del énfasis, no necesita
reafirmarse ni hacerse notar, él es consciente de que, una vez
dentro de la piel de Ben Stone, él es Ben Stone y,
actuando como tal, poniéndose en su lugar, haciendo lo que el
personaje haría y sintiendo lo que el personaje sentiría, no
necesita más para encarnarlo y hacerlo convincente, para hacer que
día tras día nos creamos al fiscal que lucha por hacer salir a
flote la verdad de unos hechos y de unas motivaciones que llevaron a
los acusados, a los supuestos culpables, a actuar como lo hicieron en
un momento determinado de arrebato, enajenación, ira extrema,
premeditación, venganza o cualquiera que hubiera sido el sentimiento
o la causa que los llevó a cometer su acción criminal en el caso de
ser responsables del acto cometido.
Michael
Moriarty, para mí, es el contrapunto de Vincent D'Onofrio, el
histriónico actor que encarna al detective de policía Robert
Goren en el spin off de la misma serie titulado Criminal
Intent (Acción Criminal, en
España) del que ya hablé en su día en el post “Tus ademanes me suenan”.
Ambos son grandes actores
pero de muy diferente estilo, de muy diferente manera de hacer, de
muy diferente personalidad escénica. Si Moriarty es la simplicidad,
la naturalidad, D'Onofrio es justamente lo contrario, como decía el
otro día en mi post, es tan sobreactuado que hace el papel de un
policía que, prácticamente, parodia al policía. Si Moriarty es
comedido, D'Onofrio es exagerado. Si Moriarty, en una economía de
medios expresivos es capaz de reproducir un amplio abanico de sutiles
matices de expresión, D'Onofrio no tiene inconveniente alguno en
alardear de un variopinto y extenso número de ademanes o gestos bien
patentes y llamativos. La expresión corporal de D'Onofrio raya en
las técnicas del mimo, es un alarde de completa notoriedad, mientras
que la de Moriarty es tan sobria, tan contenida y natural, que
resulta inapreciable. El rostro de Goren
parece jugar al juego de las mil caras, en un intento como de querer
arrancar la confesión del criminal o la información del testigo a
fuerza de confundirles, intimidarlos o avasallarlos. El rostro de
Stone solo refleja la
imparcialidad, la implacabilidad y el peso específico de la
justicia.
Ahora
bien, si analizamos un poco más a fondo al fiscal Benjamin
Stone, podemos llegar a la
conclusión de que es un personaje complejo, en esencia paradójico,
de esos a los que a veces adoramos pero que, en ocasiones, hacen que
los odiemos y nos resulten repulsivos, y es que el ejercicio de la
justicia, la aplicación de la ley, la mayoría de las veces se
presta a crear pequeños o grandes dilemas, conflictos internos,
tensiones inevitables bajo cuyos efectos resulta tarea más que
difícil llegar a definirse, llegar a tomar partido y nos reta a
ponernos bajo la piel de un miembro de un jurado y sentirnos hechos
un mar de dudas, un campo de batalla viviente en el que se libra el
eterno conflicto entre declarar culpable
o inocente.
Y es que Stone en ocasiones parece ser invadido por ese sentimiento
de conmiseración, de compasión que, en mayor o menor grado tenemos
todos, mientras que, en otras podemos masticar el halo de su
implacable sentido de la justicia al punto que llega a parecernos
desde cruel hasta faccioso o, como poco, prejuicioso. Si unas veces
consideramos a este fiscal como el auténtico representante imparcial
de la justicia, otras no podemos evitar verlo como la tendenciosa
imagen de un hombre que alberga ideas o sentimientos discriminatorios
o partidistas.
En definitiva creo que Ben Stone es un personaje muy completo,
que tiene un gran peso específico en esta serie en su versión
original, en la parte en la que se administra la justicia, después
de que el equipo de la policía liderado por el detective Mike
Logan haya cumplido con su cometido. Stone no aburre, a
pesar, como decía, de ser un personaje comedido, sencillo y sobrio,
porque está bien elaborado, desde la profundidad, desde la toma de
conciencia, desde la complejidad de cualquier persona de la vida
real y muy bien defendido por el actor Moriarty. Stone no es el típico protagonista, medio héroe, medio
tarado, que reúne una serie de características estereotipadas de
las que hacer despliegue en cada capítulo como si lo importante
fuera el lucimiento del personaje mientras que la trama o
argumentación solo sirviera de pretexto para su intervención, no,
muy al contrario, Ben Stone es un personaje al servicio de la
problemática o el conflicto que la serie, con mucha sabiduría y
sobriedad, nos presenta a lo largo de sus temporadas en unos
episodios basados en tramas policiales y judiciales que, si bien son
ficticias, son asimismo fiel reflejo de una realidad que corresponde
a una ciudadanía y a un ambiente que se vive (o vivía en esos años)
en las calles de Nueva York.
V.
E.
Es simplemente placentero poder leer esta nota tan completa y tan hermosamente escrita, no...creada... Justo buscaba algo de información del personaje pues no lo recordaba ya que era yo muy pequeña en esos tiempos y para cuando comencé a ver esas series ya pasaban solo Criminal Intent. Pero ahora, con el pasar de los años me eh vuelto adicta a las series de Wolf, tanto que me eh vuelto fanática de UVE, y el ahora cuarteto Chicago (Fire, MED, PD y Justice).
ResponderEliminarSolo quería dejar un comentario por que es una pena no dejar una buena felicitación a tan bella redacción.
Muchas gracias....