-El bueno, el feo y el
pelirrojo, todo en uno-
¿Quién
me iba a decir a mí que, de entre mis enganches, terminaría adicta
a Walker Texas Ranger?
Aunque, no temáis, todavía controlo y me sé racionar. Lo malo es
que un día me den la dosis adulterada y no viva para contarlo.
Y es que, entre otras cosas, me vuelve loca el color del pelo y la
barba de Cordell, nombre curioso donde los haya, aunque he de
reconocer que nunca me enamoraría de un hombre como Walker, y eso
que yo soy muy enamoradiza.
Si el otro día os hablaba de un personaje cuyo intérprete lo pone
al servicio de la problemática tratada en la serie y nunca en aras
del lucimiento propio (recordad a Ben Stone), hoy el
caso es, para mí, todo lo contrario; la serie Walker Texas
Ranger está basada, pensada y realizada en torno a ese
personaje, como su título además bien corrobora, y toda la trama de
cada capítulo gira alrededor de dicho personaje. Pero no solo eso
sino que Chuck Norris, el “actor” que lo encarna, básicamente
hace de sí mismo.
Veamos,
Chuck Norris es principalmente un campeón de kárate, es un artista
de las artes marciales, es un personaje en sí mismo que reproduce
una y otra vez en el cine o la televisión dando vida a
pseudopersonajes basados en él mismo. Los personajes que interpreta
están creados exclusivamente para él, para su lucimiento. Existe
una estrecha identificación entre Chuck Norris y sus personajes, en
este caso, Walker, pero no porque sea un gran actor -me temo que más
bien todo lo contrario- sino porque se interpreta a sí mismo, lo
cual me parece que el único esfuerzo que requiere, aliviado por los
trucos y las técnicas de cine, como pueden ser los efectos
especiales, son sus puñetazos o sus veloces patadas mágicas
giratorias al estilo manga
japonés, cuyos efectos no hay quien se los crea, y menos con la edad
de Norris; pero el cine es el cine, la ficción es la ficción y el
súper héroe es el súper héroe.
En
cuanto a la interpretación propiamente dicha, Chuck Norris deja
mucho que desear. Tengo la impresión de que se ha aprendido cuatro
gestos, que distribuye de manera aleatoria a lo largo de la trama de
todos los episodios de la serie y que prácticamente no dicen nada,
el espectador ya se encarga de hacer el esfuerzo de ponerse en su
lugar y adivinar lo que Cordell Walker está sintiendo en cada
preciso momento. Entre su escaso repertorio tiene un gesto muy
característico, con el que me gustaría saber qué expresa, pues no
sé si hace referencia a una mirada miópica, un pensamiento de
intriga, una amenaza implícita, una intuición de que algo malo va a
suceder o es que le sobreviene un ligero apretón después de tres
días estreñido. Lo que sí está claro es que, una vez la cámara
enfoca de cerca ese entrecejo de Walker, que solo él sabe poner,
acompañado de una mirada perdida, como tratando de recordar el
guión, a continuación nos toca presenciar una de esas
espectaculares peleas con varios contrincantes a la vez, de las que,
tras un pintoresco alarde de maniobras y técnicas de lucha cuerpo a
cuerpo en la que destrozan todo el mobiliario o el atrezzo
a su alrededor, Cordell sale siempre victorioso.
Y
es que esta serie es un clásico, de esos de toda la vida en la que
los buenos siempre ganan y los malos reciben su merecido. Y no me
preguntéis quienes son los buenos, eso está clarísimo, los buenos
son siempre los que se ponen o actúan de parte de la ley, a saber,
los representantes de la ley y el orden, o las víctimas, muy fáciles
de identificar; mientras que los malos no es necesario hacer mucho
esfuerzo ni tener dotes detectivescas para descubrirlos, los malos
son malos de verdad, no pueden ni quieren ocultarlo, alardean todo el
rato de su maldad, disfrutan con ella y odian a muerte a los rangers
de Texas, en especial a Walker, ¿por qué será?.
A Walker han intentado matarlo muchas veces, pero nunca nadie lo ha
conseguido, lo único que consiguen es estropear las carísimas
prendas de vestir a las que su inseparable compañero Trivette
es aficionado. El pobre, acompañando día y noche a Walker, no gana
ni para sustos ni para ropa. Y qué decir de su enamorada rubia
ayudante del fiscal, la letrada Alex Cahill, vive sin vivir en ella,
de sobresalto en sobresalto, con el temor continuo de enviudar antes
de que el pelirrojo se decida a pedir su mano.
Los únicos que confían en sus poderes son los “ancianos de la
tribu” porque más sabe el diablo por viejo que por sabio. Ellos
son su incondicional amigo y veterano ranger CD, el
propietario de la familiar tasca que frecuentan, donde pueden comer
sus exquisitas y picantonas especialidades, beber y charlar
amigablemente mientras se ríen de las tontadas de Trivette, y el
viejo indio, el tío Ray, que se encargó de su crianza a la muerte
de sus padres y le transmitió la ancestral sabiduría del pueblo
indio. Los 5 forman una gran e inseparable familia cuyo centro
neurálgico está ocupado por la figura de Walker.
Seguramente el indio es quien hizo la foto
Si he de ser sincera, me gusta el atuendo de Walker que, a pesar de
tirarse el día entero revolcándose por el suelo en una pelea tras
otra, mantiene siempre impecable, con la camisa bien planchada,
abotonada hasta el último botón de arriba, como debe ser, en tonos
terrosos o cálidos, bien cumplimentada con su chaqueta tejana o su
vistosa gabardina amarilla que luce entreabierta para poder mostrar
la gran hebilla de su cinturón, su sombrero tejano, como Dios manda
por esas tierras, y, sobre todo, me gusta cuando luce una de esas
corbatas de cordón con hebilla metálica que tan de moda se pusieron
en los 80's entre músicos y aficionados al rock como aquella
maravillosa banda llamada Los Rebeldes.
Walker es feo con ganas pero tiene percha, aunque... menuda percha,
no sé cómo decir, es una cosa como híbrida, entre el típico carne
de gimnasio y Julián Muñoz, el Cachuli, como él,
luciendo pantalón, más que vaquero, sobaquero.
Por lo demás, ya se sabe, lo normal en estos casos, fiel a su
juramento de ranger de Texas, fiel a sus principios morales, fiel a
sus amigos, defensor del bien y de las víctimas de los malos y
todopoderoso vencedor de malvados delincuentes, ah, y enamorado de la
fiscal pero como si no lo estuviera.
Pero, creedme, un poquito de esta droga no viene nada mal para
sobrellevar una tarde solitaria, os juro que sube la moral de
cualquiera porque una se imagina practicando esa patada giratoria y
ejerciéndola contra alguien que merezca que descarguemos sobre su
persona nuestro rencor y nota cómo su cerebro se va llenando de
endorfinas luminosas y de mil colores que invaden nuestras células
cerebrales y es una sensación maravillosa. De verdad que ver a
Walker actuar con esa envidiable seguridad, con esa sensación de
poder con todo, de que nada le afecte, de saber que antes de comenzar
la pelea ya la ha ganado, realmente nos levanta ese ánimo hundido,
maltrecho y tirado por el suelo que nos había dejado el visionado de
los dos capítulos de la serie anterior, Ley y Orden, después
de que Ben Stone se empeñara en encerrar en prisión a un niño de
14 años o lograra que condenasen a una mujer que cometió un crimen
porque estaba desesperada y no sabía lo que hacía o hundir en el
lodo de la desigualdad y el racismo a toda una comunidad negra.
Walker Texas Ranger llega a la pantalla de nuestra tele con un
espíritu renovado, optimista, resucitado, porque esa tensión que
nos crea la trama de sus capítulos, ese derroche de adrenalina que
nos produce, al final se convierte en un ineludible éxito, en una
auténtica celebración. Cuando una se va a la cama por la noche, en
sus sueños se convierte en una auténtica ranger de Texas.
V.
E.
buena!😂
ResponderEliminarY que paso con el tío Ray ralmente murió?🤔
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